Creo que aquí es el sitio adecuado para compartir mi pequeña aportación a una fantástica marca de Puros Palmeros, como es Tabacos Vargas, tristemente ya desaparecida del mercado hace algunos años.
Hace algunos días, y antes de salir de viaje me dirigí a mi cava-tabaquería habitual, “Cedro & Vainilla” que está situada en Puerto de la Cruz, en Tenerife. Mi proveedor me comento que estaban liquidando los últimos productos de la marca Vargas, a un magnifico precio y a clientes habituales. En principio y aunque han estado conservados todo este tiempo en la cava del establecimiento, sentí un pequeño recelo, dado el tiempo que había permanecido ahí desde que los terminaron. Al final decidí comprar una caja de Toros Reserva, elaborados con hoja de tabaco Palmero y Sumatra, quizás también Connecticut.
Tras retirar el celofán, romper precinto y abrir la caja, me invadió un aroma exquisito a buen tabaco (no soy experto en describir aromas, aunque si en apreciarlos). Mi grata sorpresa fue el estado de conservación, un poco seco, pero en ningún caso habían perdido por completo la textura que debían tener. El “añejamiento” producido en todo este tiempo le había dado un aspecto estupendo. Tras unos días en reposo en el Humidor que tengo para los tabacos de fuma habitual, decidí probar uno y el resultado fue un tiro y una combustión magnífico, en nada se apreciaban signos de haber estado tanto tiempo almacenados, quizás algo de sabor se haya perdido, pero el aroma en boca es el típico del tabaco Palmero, suave en garganta pero a la vez con fortaleza. Temí que se apagara con asiduidad, pero para mi sorpresa aguanto la fumada hasta el último tercio sin titubear. Al final de esta experiencia reflexione sobre ciertos prejuicios que tenemos acerca de la conservación de los puros en las cavas comerciales, y mi conclusión fue la siguiente: Si el producto es excelente, este hace que su conservación sea aun más sencilla. No sé ustedes, pero creo que acerté en mi decisión de adquirir estos Vargas, una “especie” en extinción.
Hoy disfruto de este Toro de Vargas Reserva. Con más de 10 años de reposo ya, y una fumada excelente. Los aromas han resucitado en este tabaco, volviendo esas notas a maderas y canela muy suaves. Humo cremoso y nada picante en boca. Permite cadencias lentas de fumada, lo que encaja perfectamente a mi forma de disfrutar del humo. El aroma “persiste” en el paladar, pese a no ser intenso y regala un retrogusto nada seco.